Me he dado cuenta de que tuve una experiencia hace ya un tiempecillo que no he contado aquí.
Hace ya un mes o así vino a Madrid un primo lejano mío que vive con su familia en Australia. A la familia de allí aún no la conozco, pero a él si porque ya vino un verano hace unos tres años. Esta vez vino con un amigo suyo. Estuvieron aquí varias semanas, y cuando su amigo se había ido a Londres y a él le quedaban cuatro días para irse, lo invitamos un fin de semana a casa.
El caso es que el sábado por la noche nos invitó a cenar al "Ribs"( que, todo hay que decirlo, tiene unas costillas que te hacen llorar). La verdad es que cenamos muy tarde pero mereció la pena porque nos pusimos hasta arriba. Una vez acabada la cena decidieron que querían ir a algún pub que estuviera bien para tomar una copa. La verdad es que en ese momento me quedé bastante sorprendida porque yo no aparento los dieciocho ni por asomo. A pesar de eso tuvimos fe y decidimos intentarlo. Y, para mi sorpresa, me dejaron pasar. Fue un rato muy agradable a pesar de que la música no era muy buena.
Pero lo mejor viene cuando salimos de allí y nos dirigimos hacia el coche a eso de las tres de la mañana. Nos acercábamos al coche cuando vimos que entre el coche y el cubo de basura que tenía al lado, había dos chicas agachadas. No hizo falta acercarse mucho para saber que estaban completamente bebidas. Una de ellas se puso de pie, pero tenía los pantalones bajados y parecía tener dificultades para subírselos. Nos fuimos acercando lentamente al coche, pero la chica sin pantalones seguía apoyada en él. Al ver que entrábamos las entró la risa, y la chica que estaba en el suelo sentada empezó a murmurar "en su cohe María, encima en su coche". Mi padre les dijo a las chicas que le avisaran cuando ya no estuviera apoyada para que no se cayera al suelo, y en respuesta la chica sentada en el suelo le dijo que no se preocupara que había caído todo para el otro lado. A María le costó un infierno abrocharse al fin los pantalones, y eso que la chica del suelo la ayudaba. Cuando lo consiguieron se limitaron a colocarse el pelo y a decir "estoy bien, estoy bien".
No pude parar de reir durante todo el viaje de regreso. Fue una experiencia divertidísima.
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