sábado, 30 de abril de 2011

Defectos.

Cierto cada uno tenemos nuestros fallos. Y la verdad es que siempre tendemos a pensar que los de los demás son muchísimo más graves que los nuestros y que, en comparación, nosotros somos unos santos. Y puede que sea así, es problable que encontremos a alguna persona que tenga infinidad de fallos más que nosotros, pero esa no es la cuestión. Lo que yo quiero expresar es que a veces no hay que fijarse tantos en los fallos de los demás y que en otras ocasiones hay que, incluso, dejarlos de lado.
Una cosa está clara: nadie es perfecto. Puede que haya personas que se acerquen a la perfección o que más bien a nosotros nos lo parezca, pero es inevitable que en algún aspeto de su vida falle en algo. Y es que esto es una realidad, es algo que hay que asumir. Una cosa quiero recalcar, he dicho que nadie es perfecto. Exacto nadie, por lo tanto nosotros tampoco. Y es que hay ocasiones que, debido a nuestra personalidad o a que simplemente nos apetece criticar, tendemos a distorsionar nuestra visión en busca de fallos como radares. Y puede que esto parezca gratificante y que incluso sea hasta divertido, pero hay cosas que no llegamos a saber. Hay que tener en cuenta que lo que nosotros vemos de una persona, a no ser que tengamos una relación muy estrecha con la persona en cuestión, no es ni la décima parte de lo que es en realidad. Esto nos puede llevar a prejuzgar a alguien por lo que vemos cuando quizá la realidad es otra muy distinta. Es por eso por lo que no hay que fijarse tanto en los errores de los demás, porque por mucho que nos fijemos, ¿qué va a cambiar? Lo único que conseguiremos será minusvalorar a la persona y puede que cerrarnos en banda a conocerla.
En otras ocasiones hay que dejar los fallos y errores a un lado, dejarlos pasar. Y esto tal vez se deba a que lo que la persona haya dicho o hecho no fuera en realidad lo que queria decir o hacer. A todos nos ha pasado alguna vez que hemos dicho cosas sin pensar y no hemos sabido como enmendar esas palabras. Puede que otras veces no te pille de buen humor o que estés pasando por un mal momento y digas cosas que en tu sano juicio no dirías. Y aunque es verdad que en esas ocasiones por lo que te hayan dicho o hecho te hayas sentido herido o incluso despreciado, hay que saber olvidar. Hay que saber olvidar sobre todo si lo que se ha dicho o hecho ha sido por estar pasando un mal momento o estés de mal humor. Es verdad que a pesar de las circunstancias que esté pasando no debería pagarla contigo, pero en esos momentos hay que intentar comprender. Intentar averiguar cómo debe de sentirse y cómo lo debe estar pasando, así desarrollaremos la empatía. Y esto es lo que nos ayudará a no tenerlos en cuenta, a dejarlos pasar, a olvidar cualquier rastro que haya podido quedar en nuestro corazón, y así, borrar el dolor con ello.
Y puede que haciendo todo esto pensemos que no merece la pena o que incluso no nos llevemos el reconocimiento y el agradecimiento de la persona con la que hemos demostrado empatía, pero no todo en la vida es reconocimiento. Las buenas amistades no son aquellas en las que no hacen falta los reconocimientos, sino aquellas en las que hay un sacrificio, un buen sentimiento, una motivación. Por lo tanto, no pienses en tí primero, compadécete y demuestra así ser un buen amigo. Pero sobre todo, demuestrate que eres una buena persona.

viernes, 15 de abril de 2011

La danza del vientre.

Hoy voy a contar una experiencia que viví en Roma de lo más graciosa. Como ya sabreís unas de las personas con las que compartí habitación fue con Alba, con la que jamás había tenido relación. Sin embargo, me he dado cuenta de que es una chica encantadora y divertida con la que he conectado enseguida.
El caso es que uno de los dás empezamos con la broma de bailar en plna Shakira: moviendo las caderas, con pasos orientales y cosas así. Un día llegué a la habitación y las demás ya estaban allí. El caso es que cuando según entré me encuentro a Alba viniendo hacia mí por el pasillo con una canción extraña en el móvil y meneando las caderas de una forma muy graciosa. Cuando la ví, a pesar del dolor de pies que traía y el cansancio, no pude evitar reirme. Además de eso mi siguiente reacción fue seguirla y bailar con ella.
Así que imanigate a dos chicas muertas de cansancio bailando de forma ridícula por toda la habitación. En fin para habernos visto.
Debido a que llevábamos un rato bailando se produjo en mí una reacción a la que llamaremos motivación. Empencé a volverme loca y me olvidé de mis dolores de abuela. Esto provocó que le dijera a Alba que salieramos a la mini-terraza para seguir haciendo el tonto y seguir bailando. Ambas salimos fuera y seguimos motivándonos.
¿Qué pasó entonces? Bueno, mientras yo seguía con mi baile artístico me dió por girar la cabeza hacia la derecha. ¿Cuál fue mi sorpresa? Me encontré a un señor en la terraza de al lado (es decir, a dos metros escasos) que nos miraba fijamente con cara de incrédulo. Mi reacción inmediata, obviamente, fue parar de bailar y meterme de nuevo a la habitación. Pero mi deber era salvar a Alba de un gran ridículo, así que la avisé lo más rápido que pude.
La verdad es que no puedo expresar lo mucho que me reí y lo bien que me lo pasé.

miércoles, 13 de abril de 2011

Roma.

La verdad es que hoy sigo aún un poco zombie. Y no solo se debe al cansancio de todo el viaje, que me ha hecho dormir hasta las tres, sino tambien a que estoy un poco en una nube. El viaje ha sido maravilloso, pero lo he pasado en una nube, no me lo creía. Y ahora que estoy de vuelta en casa me da la impresión de que todo ha sido un sueño.
Me lo he pasado genial, me he reído muchísimo durante estos cinco días. La verdad es que me gustaría dar las gracias a todo el mundo por haberme hecho pasar unos días tan agradables, pero en especial a los que han estado conmigo en todo momento. Ha sido una experiencia inolvidable que nunca olvidaré.
Supongo que ha habido algunos que ayer me vieron llorar al llegar al aeropuerto de Madrid. La razón era que cuarto se me está pasando demasiado rápido. Ya ha pasado el viaje de fin de curso y solo pensar lo poco que nos queda me pone triste. Es cierto que muchos seguiremos viéndonos y que no significa un adiós definitivo, pero creo que es más el hecho de que pasamos una etapa muy bonita, una etapa que no volveremos a vivir. Esa es la azón por la que ayer me emocioné, y agradezco mucho los abrazos que recibí.
El viaje a Roma me ha hecho relacionarme más con algunas personas con las que antes apenas hablaba, y estrechar lazos con otras. El compartir cansacio, dolor de pies, risas y muchas cosas más ha sido increible.
Ahora llegan los días de recordar anécdotas y muchas, muchas fotos. Solo espero, y me propongo pasarlo genial todo este tiempo que nos queda, disfrutar del tiempo que pasemos juntos y grabar cada instante en mi cabeza para recordarlo posteriormente.
Escribiré alguna entrada contando experiencias, anécdotas y vivencias en el mencionado viaje.