Cierto cada uno tenemos nuestros fallos. Y la verdad es que siempre tendemos a pensar que los de los demás son muchísimo más graves que los nuestros y que, en comparación, nosotros somos unos santos. Y puede que sea así, es problable que encontremos a alguna persona que tenga infinidad de fallos más que nosotros, pero esa no es la cuestión. Lo que yo quiero expresar es que a veces no hay que fijarse tantos en los fallos de los demás y que en otras ocasiones hay que, incluso, dejarlos de lado.
Una cosa está clara: nadie es perfecto. Puede que haya personas que se acerquen a la perfección o que más bien a nosotros nos lo parezca, pero es inevitable que en algún aspeto de su vida falle en algo. Y es que esto es una realidad, es algo que hay que asumir. Una cosa quiero recalcar, he dicho que nadie es perfecto. Exacto nadie, por lo tanto nosotros tampoco. Y es que hay ocasiones que, debido a nuestra personalidad o a que simplemente nos apetece criticar, tendemos a distorsionar nuestra visión en busca de fallos como radares. Y puede que esto parezca gratificante y que incluso sea hasta divertido, pero hay cosas que no llegamos a saber. Hay que tener en cuenta que lo que nosotros vemos de una persona, a no ser que tengamos una relación muy estrecha con la persona en cuestión, no es ni la décima parte de lo que es en realidad. Esto nos puede llevar a prejuzgar a alguien por lo que vemos cuando quizá la realidad es otra muy distinta. Es por eso por lo que no hay que fijarse tanto en los errores de los demás, porque por mucho que nos fijemos, ¿qué va a cambiar? Lo único que conseguiremos será minusvalorar a la persona y puede que cerrarnos en banda a conocerla.
En otras ocasiones hay que dejar los fallos y errores a un lado, dejarlos pasar. Y esto tal vez se deba a que lo que la persona haya dicho o hecho no fuera en realidad lo que queria decir o hacer. A todos nos ha pasado alguna vez que hemos dicho cosas sin pensar y no hemos sabido como enmendar esas palabras. Puede que otras veces no te pille de buen humor o que estés pasando por un mal momento y digas cosas que en tu sano juicio no dirías. Y aunque es verdad que en esas ocasiones por lo que te hayan dicho o hecho te hayas sentido herido o incluso despreciado, hay que saber olvidar. Hay que saber olvidar sobre todo si lo que se ha dicho o hecho ha sido por estar pasando un mal momento o estés de mal humor. Es verdad que a pesar de las circunstancias que esté pasando no debería pagarla contigo, pero en esos momentos hay que intentar comprender. Intentar averiguar cómo debe de sentirse y cómo lo debe estar pasando, así desarrollaremos la empatía. Y esto es lo que nos ayudará a no tenerlos en cuenta, a dejarlos pasar, a olvidar cualquier rastro que haya podido quedar en nuestro corazón, y así, borrar el dolor con ello.
Y puede que haciendo todo esto pensemos que no merece la pena o que incluso no nos llevemos el reconocimiento y el agradecimiento de la persona con la que hemos demostrado empatía, pero no todo en la vida es reconocimiento. Las buenas amistades no son aquellas en las que no hacen falta los reconocimientos, sino aquellas en las que hay un sacrificio, un buen sentimiento, una motivación. Por lo tanto, no pienses en tí primero, compadécete y demuestra así ser un buen amigo. Pero sobre todo, demuestrate que eres una buena persona.
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